Sanlúcar, territorio americano (Ponencia presentada en el Simposium Internacional de Jovenes investigadores, Guadalupe, Octubre de 2018)

Os queremos presentar en esta ponencia un convento de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, del que, por desgracia, quedan pocos restos en la actualidad y que tuvo un status jurídico muy peculiar en el siglo XVI. Está basada en una investigación desarrollada por la Fundación y en la que hemos contado con la ayuda de D. Fernando Cruz Isidoro para la transcripción de documentos. Pero vamos a empezar por situarnos.

Tras el descubrimiento de América en 1.492, se produce una primera oleada de expediciones con el fin de explorar y cartografiar los nuevos territorios. De estos primeros momentos de descubrimientos es este mapa en el que empieza a aparecer la costa atlántica de América pero sólo vemos una pequeña franja de territorio hacia el interior, lo poco que se va explorando y registrando.

A esta primera fase le sigue la llegada de empresas militares para instaurar asentamientos, ocupar el territorio y poner bajo la jurisdicción de la corona lo que se va descubriendo. Cuando la ocupación se consolida y las exploraciones van pasando a otros territorios, conforme las fronteras van avanzando, comienza el proceso de reproducción y consolidación en la lejanía del modelo social, cultural y religioso europeo.

Es a partir del primer cuarto del siglo XVI cuando, una vez asentadas las primeras ciudades y establecidas unas vías permanentes de comunicación comienza la verdadera expansión religiosa.

 

Estamos en los años 30 del siglo XVI, en Sanlúcar de Barrameda. El proceso de evangelización del continente americano provoca un auténtico alud de solicitudes para embarcar en las flotas que se dirigen a las Indias. Entre los compromisos que acepta la corona a través de los tratados de Alcaçovas y Tordesillas está el de evangelizar las tierras descubiertas y las por descubrir. De esta forma, a la propia voluntad de la corona de expandir la religión católica se une el compromiso “legal” adquirido en estos tratados. “Llevábamos lo mejor que teníamos, en la consideración de aquella época, la religión católica”.

Un gran número de clérigos ven el viaje a América como una oportunidad de salvar almas y propiciar el crecimiento de la fe. Con este afán evangelizador, se establecen capítulos de las principales órdenes religiosas en las Indias, rivalizando con los propios capítulos peninsulares en número y motivación misionera.

Los monjes más dinámicos, con mayor deseo de actuar como captadores de nuevos cristianos ven con ilusión su traslado a las Indias como una vía de escape de una iglesia que desde el final de la reconquista ha pasado a un plano más contemplativo al desaparecer el ansia evangelizadora que durante ocho siglos ha impulsado la conversión de musulmanes a la iglesia católica. El traslado de las fronteras entre los reinos cristianos y los musulmanes era seguido de la implantación de nuevas iglesias y conventos que se encargaban de promover la conversión de la población musulmana…. Hasta que se acabaron las fronteras tras la caída del reino de Granada.

En estos primeros años del siglo XVI, Sanlúcar de Barrameda ya se había constituido como un puerto comercial de primer nivel en el Atlántico. Era la capital de los estados de la casa de Medina Sidonia, y contaba con aduana propia concedida a la casa ducal por parte del rey Alfonso XI, único puerto de la baja Andalucía que contaba con este privilegio y que explica, en parte, la situación socio económica de la Villa. Comerciantes alemanes, genoveses, bretones, ingleses, franceses y flamencos han obtenido privilegios por parte de la casa ducal para fijar establecimientos  permanentes y mantener rutas comerciales con nuestra ciudad. De este auge comercial se ve beneficiada la ciudad por el incremento de la actividad mercantil y la casa ducal que percibe impuestos por toda esa mercadería que llega o sale del puerto de Barrameda.

Ya en estas fechas, Sanlúcar se había convertido en una auténtica ciudad convento, gracias a su puerto y a los patronazgos y fundaciones que los Duques van realizando.

 

Así llegamos a tener simultáneamente conventos de Dominicos, Franciscanos, Agustinos, Capuchinos, Mínimos, Carmelitas, Carmelitas descalzos, Jerónimos, Hospitalarios de San Juan de Dios, Jesuitas, Clérigos del Santo Espíritu, Descalzos de San Francisco, Clarisas, Dominicas, Carmelitas Descalzas….

Como podemos observar en la imagen que veis, el número de conventos asentados en la ciudad es desproporcionado, y a él tenemos que añadir hasta 12 ermitas que había extramuros y las iglesias de Nuestra Señora de La O, La de la Santísima Trinidad y la de San Jorge. Como salta a la vista, la densidad de establecimientos religiosos es enorme para una ciudad que en el padrón de vecinos de 1533 contaba con 5.080 habitantes, y tiene dos vías de explicación. Por un lado, la voluntad de las órdenes religiosas de establecerse en el principal puerto de embarque a Indias y, por otro lado, el potencial económico de la Casa Ducal que se podía permitir la Fundación y el patrocinio de tantas órdenes.

Este ánimo misionero llega a producir auténticos quebraderos de cabeza en la organización de las órdenes. Aunque la iglesia católica, la corona y las principales casas nobiliarias colaboran en el sostenimiento de los gastos que acarrea el transporte y la implantación de comunidades religiosas en tierras americanas, el número de emigrantes, y sobre todo, el tiempo que deben permanecer cerca de los puertos de embarque en espera de que vayan organizando las flotas y que los vientos sean propicios acarrea problemas logísticos y de alojamiento. Las casas de los conventos no dan abasto para albergar y mantener a una población flotante que, en la mayor parte de las ocasiones no aporta fondos para su sostenimiento y que, desde el punto de vista de las comunidades dedicadas a la contemplación, sólo aportan molestias y distracciones. Realmente, los religiosos que esperaban su embarque eran considerados una carga para los residentes pues aportaban escasos fondos si lo hacían, ocupaban el espacio disponible y comían igual que los demás haciendo aumentar los esfuerzos de la comunidad estable en la búsqueda de limosnas y medios para el sustento comunitario.

Es principalmente el aspecto económico el que termina provocando quejas y reclamaciones a los generales de las órdenes y, en última instancia, a la propia corona. Pero no el único, pues también desde Indias, recibía la corona quejas por el trato poco adecuado que se daba a los transeúntes. Estos clérigos que tenían como destino las Indias realmente tenían que hacer un gran sacrificio para llegar allí. Al viaje desde su comunidad de origen hasta el puerto de embarque, había que sumar el tiempo de espera en un lugar ajeno donde consideraban que no eran bien tratados, el viaje por mar que duraba de dos a tres meses y por último, el desplazamiento hasta el destino final. Esto acarreaba un periodo de tiempo que podía prolongarse en muchos casos hasta más de un año.

Estas quejas continuadas en el tiempo consiguen, en el caso de los franciscanos, que la corona mantenga una amplia correspondencia para segregar la casa franciscana de Santa María de Jesús, ubicada en Sanlúcar y posteriormente llamada San Francisco “El viejo” de la provincia de Andalucía y pasase a depender íntegramente de la provincia franciscana de las Indias. No hay precedentes de una intervención tan tajante de la Corona española en asuntos internos a nivel organizativo de una orden religiosa, lo que nos da una idea fiel de la importancia que tenía este problema tanto para los religiosos como para el propio monarca.

En la colección “Documentos inéditos de Ultramar” encontramos una primera referencia a este asunto que dice textualmente:

 "El emperador pidió al Capítulo general de San Francisco de Tolosa que separase la Casa de San Francisco de la villa de Sanlúcar, que se intitula de Santa María de Jesús, de la provincia del Andalucía y la agregase a la de las Indias, el General lo concedió, y dio patentes, que se enviaron a Roma para que se confirmasen por breve apostólico". Fechado el 20 de Mayo de 1.533 en Barcelona.

A partir de esta referencia hemos conseguido localizar algunos documentos que arrojan un poco de luz sobre este asunto

Toda esta correspondencia está fechada el 20 de Mayo de 1.533 y localizada en el Archivo General de Indias de Sevilla. El primer documento, que podéis ver en la imagen junto a su transcripción tiene el siguiente descriptivo:

 

  

"Carta del rey al Santo Padre, suplicándole dé al embajador en Roma, Conde de Cifuentes, un Breve para que la casa de la orden de San Francisco, que se dice de Santa María de Jesús, de Sanlúcar de Barrameda, pase a depender del Provincial de las Indias para que los frailes que van y vienen a ellas tengan donde acogerse y ser bien tratados." 

 

 

A esta misiva le sucede una Real Cédula al Conde de Cifuentes:

"Real Cédula al conde de Cifuentes, embajador en Roma, para que consiga del Santo Padre un Breve con objeto de que la Casa de Santa María de Jesús, que los religiosos de San Francisco tienen en Sanlúcar de Barrameda, se desglose de la provincia de Andalucía y pase a depender de la provincia de las Indias, para que los religiosos que quieran ir a las Indias se alojen en ella mientras preparan el viaje." 

 

  

Y otra posterior al General de la Orden para que intervenga ante el Papa

"Real Cédula al Padre General de la Orden de San Francisco en el Consejo de las Indias, diciéndole que ha escrito a Su Santidad suplicándole un Breve para que la casa de Santa María de Jesús de Sanlúcar de Barrameda, pase a depender de la provincia de las Indias, segregándola de la de Andalucía y que Fray Francisco de Aragón intervenga con él para dar cima a este asunto." 

 

 

Estas peticiones de la corona se complementan con una carta que dirige al Duque de Medina Sidonia donde le informa de la petición que ha hecho la corona a la santa sede y le pide conformidad. Esta carta en concreto creo que es un documento muy significativo, pues vemos negro sobre blanco, cómo el mayor monarca de la época, el emperador de medio mundo, pide su conformidad al duque, al que llama primo,  para segregar una pequeña parte de su territorio. Aunque esta petición sea más por cortesía que por una necesidad real de autorización, refleja la importancia que para la corona tiene la casa de Medina Sidonia.

"Real Cédula al duque de Medina Sidonia, notificándole las diligencias encaminadas a segregar la casa de Santa María de Jesús, de Sanlúcar de Barrameda, de la provincia de Andalucía de la orden de San Francisco y hacerla depender de las Indias. Le pide su conformidad a tal medida." 

Desconocemos aún si el Papa Clemente VII emitió el breve pontificio que solicitaba el emperador, el intento de localizarlo o de localizar alguna referencia es dificultoso debido a la gran pérdida de documentación de la Orden franciscana que se produjo con la desamortización eclesiástica de 1835, pero seguimos intentándolo.

Esta situación, en caso de que se hubiera emitido el breve pontificio, daría lugar a un hecho muy peculiar, una situación extraña en aquella época. Al segregar el convento y sus terrenos de la orden franciscana en Andalucía y pasar a depender (poner debajo que dice en las cartas) de la Provincia franciscana de las indias, esta zona pasaría a tener un status similar al que se tiene hoy en día para las embajadas. El convento de San Francisco el Viejo sería legalmente tierra americana, sería una propiedad de la orden en indias, bajo la jurisdicción de la orden en indias, gestionado por la orden en indias y con un guardián de la orden en indias.

Sería esta casa pues, territorio americano. El territorio americano más cercano a la metrópoli fue en un momento determinado una zona de Sanlúcar. Sanlúcar no fue sólo el puerto y la Puerta de América, sino que durante algún tiempo, fue parte de América.